Un mismo oceano, un mismo mundo

manatee family JPZPor Antonio Mignucci

“Se echaron a navegar a los siete mares…” Una frase de la antigüedad, que todavía resuena en nuestros oídos, especialmente en lo de los fanáticos de Jack Sparrow y los Piratas del Caribe.

Sin embargo, mientras hay más de 100 mares en nuestro planeta, incluyendo nuestro Mar Caribe, lo que si existen son siete océanos en el mundo. Estos son los clásicos océanos Atlántico Norte, Atlántico Sur, Pacífico Norte, Pacífico Sur, Índico, Ártico y Sureño (antes conocido por Antártico). Cada uno con sus características oceanográficas y ecológicas de vida marina particular. Unos más profundos, otros más llanos; unos superficialmente fríos y otros con variedad de temperaturas tropicales y templadas; y unos albergando a los famosos peces payasos como Nemo (Amphiprion ocellaris) y peces cirujano como Dory (Paracanthurus hepatus), los famosos personajes de Disney, así como otros sirviendo de casa para pingüinos emperadores (Aptenodytes forsteri) y focas leopardo (Hydrurga leptonyx).

Alrededor de todo nuestro planeta, el 8 de junio celebramos el Día Mundial de los Océanos, lo cual nos trae dos nuevas visiones de los siete océanos, o los ciento y pico de mares, golfos y bahías. Explorémoslas:

La primera es la nueva visión de un mismo océano. La realidad es que, aunque estos cuerpos de agua salada pueden distinguirse uno del otro por factores abióticos como temperatura, salinidad, corrientes o barreras geográficas que los dividen, tanto los océanos como los mares, bahías y golfos están entre-conectados creando un mismo océano global. Consiste en 71% de la superficie de nuestro planeta y unos 1.3 billones de kilómetros cúbicos de agua. Nos provee la mayor parte del oxígeno que respiramos. Este conglomerado de aguas se comunica y fluye entre un océano y otro, entre mares, bahías y golfos sin distinción de quién es quien. De esta forma se comparten las cosas buenas (oxigenación, minerales y elementos necesarios para la productividad primaria y la buena salud), pero también efectos detrimentales causados por el ser humano. Lo que ocurre en el Océano Atlántico Norte, nuestro entorno, no se queda en el Atlántico Norte, pronto estará en otros océanos y mares.

La segunda es la nueva visión de que los océanos no están separados del resto del mundo. Que tanto la hidrosfera (donde vive Nemo y Dory) y la geósfera (particularmente la corteza donde vivimos junto a miles de especies de invertebrados, peces de ríos y lagos, anfibios, reptiles, aves y mamíferos), también son inter-dependientes, y lo que le sucede a una está altamente relacionado a lo que ocurre o puede ocurrir a la otra. La salud de los océanos es también la salud de nuestro mundo. La contaminación en los océanos, terminará afectando a nuestro mundo, a nuestra especie de la geósfera.

Es por esto, que últimamente se ha dado tanto énfasis a la conservación de los océanos, los mares y las costas. Nuestra salud, y por tanto nuestro futuro, depende de que los océanos y sus integrantes estén saludables también. La conservación de los océanos pretende reducir o amortiguar los daños causados por los humanos en los ecosistemas marinos, restaurando los mismos y preservando especies claves y vulnerables en los océanos. También promoviendo el uso responsable de las aguas y de los recursos minerales y pesqueros que allí se encuentran y sirven para la humanidad.

En el Día Mundial de los Océanos, todos podemos participar de alguna actividad que ayude a restablecer la salud de nuestras costas o mares. Visita worldoceansday.org, donde detallan ideas de cómo cada uno de nosotros podemos participar.

Recordemos hoy que es un mismo océano y es un mismo mundo. El único que tenemos, moja’o y sala’o.

Tribuna invitada, El Nuevo Día, 9 de julio de 2017

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